El entorno

En Castro del Río, “ciudad de los artesanos del olivo”, de un trozo tosco de madera de olivo, las manos de los maestros artesanos crean unos muebles de belleza incomparable, siguiendo las técnicas y modelos tradicionales de trabajo

La cultura del olivo

Hay pocos árboles en todo el planeta que sean base de una cultura y que proporcionen al ser humano la mayoría de los recursos para la vida. Uno de ellos es el olivo. Se cultiva en toda la cuenca del Mediterráneo, donde la temperatura tiene un papel fundamental. Su madera es de color ocre o marrón con vetas más oscuras e irregulares, formando dibujos muy atractivos y superficie de tacto sedoso.

Aproximación histórica​

Este árbol, sagrado para muchas civilizaciones, ha estado muy ligado a nuestra cultura desde muy antiguo. En Egipto, hace más de 5.000 años, se usaba su aceite para iluminar sus templos y para dar baños perfumados. Su madera, según Plinio, sólo podía ser quemada en los altares durante los ritos religiosos.

Las referencias simbólicas son también muy importantes, sus ramas son símbolo de la paz, de la abundancia y de la sabiduría y se usaba en la cultura griega para coronar a los vencedores en sus juegos. Pero sobre todo este árbol ha proporcionado multitud de productos útiles, como alimentos, combustible, medicina, cosméticos, muebles, etcétera. Parece ser que, aunque los fenicios fueron los primeros en cultivarlo en las regiones de Palestina y El Líbano, fueron los romanos los que introdujeron y difundieron las variedades cultivadas en nuestra tierra.

El cultivo del olivo

La adaptabilidad de esta especie al clima mediterráneo es prácticamente absoluta existiendo pocas limitaciones a la proliferación de este cultivo. Lo podemos encontrar cultivado en prácticamente cualquier tipo de suelos siempre que no sean ni muy salinos ni muy húmedos, soportando las condiciones climatológicas más extremas como son sequías, heladas, altas temperaturas, etcétera y colonizando cotas superiores a los dos mil metros.

El cultivo del olivo se ha situado sobre todo en suelos ocupados tradicionalmente por el monte mediterráneo, asemejándose su cultivo a las dehesas de encinar, con la biodiversidad que acompaña a este ecosistema.

Pero con el transcurso de los años esto ha ido cambiando debido a la adopción de técnicas modernas de cultivos en las que, con el objetivo de incrementar la producción, se ha procedido al abonado y arado de las tierras, con la consiguiente pérdida de valores ecológicos que podíamos

El olivo y su madera

El olivo es un árbol que puede tener dimensiones y formas muy variables. Cultivado es un árbol de tamaño mediano, de 4 a 8 metros de altura, aunque asilvestrado puede alcanzar los 7-10 metros. Tiene una gran longevidad, ya que pueden tener una vida de cientos de años. El olivo (olea europaea) es un árbol que pertenece a la familia de las Oleaceae, siendo la única especie en la que su fruto es comestible.

Árbol perenne, en el que sus hojas, con forma lanceolada y con borde entero, son verdes oscuras por el haz y verde plateadas en el envés. Las flores son pequeñas y se agrupan en racimos blanquecinos. El fruto obtenido, la aceituna, una vez madura es negra, violácea o rojiza, está formada por el hueso, la pulpa -de donde se extrae el aceite- y la piel.

El tronco aparece con una corteza lisa y gris-verde cuando es joven; luego se vuelve nudoso, con surcos profundos y retorcidos y toma color oscuro, casi negro y agrietado cuando llega a la madurez.

La madera de olivo es de color ocre verdoso con vetas pardas muy irregulares formando dibujos muy atractivos. Tiene un tacto sedoso, gran dureza, durabilidad, homogeneidad y, si su secado no es excesivo, plasticidad, por lo que se usa para fabricar astiles de hachas y azadas.

Esta madera se seca lentamente y tiene una cierta tendencia a agrietarse y fisurarse. Es robusta y resistente a la abrasión. Es difícil de aserrar, aunque se trabaja bien, obteniendo acabados muy lisos y pulidos, admitiendo bien los tintes.

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